Al adentrarse en este mundo de los jabones y las cremas, una no sabe si soluciona las dudas o se crea más, sobre todo cuando empieza a leer algunos libros por aquí, otros foros por allá e, incluso, acogiéndose a las recomendaciones de los expertos, a veces, se crean lagunas. Al final, cada uno se adapta a sus propias experiencias y va sacando conclusiones.
El aceite de coco es uno de esos ingredientes que producen debate, empezando por el concepto en sí: ¿aceite o manteca? Pues su estado, en condiciones normales, es el mismo que la manteca de karité, cacao, aguacate, etc…
Sin embargo, no pretendemos ser tan quisquillosos aquí y centrarnos en lo que, de verdad, importa: ¿es irritante este aceite?
La alarma salió hace unos años cuando se empezó a quitar del mercado las barritas de coco (que no de cacao) usadas para hidratar los labios, indicadas sobre todo cuando hacía frío.
La cuestión es que se descubrió algo así como un “efecto rebote”: tras una hidratación excesiva se crea como una sequedad en la piel. No le sucede a todo el mundo, claro está, ya que si no, hubiera sido retirada mucho antes. Los problemas se derivan de varios aspectos:
- Hidratar en exceso puede producir un efecto rebote independientemente del producto que se use. Es la idea generalizada de que “los excesos nunca fueron buenos” y lo podemos ver con cosas tan naturales como beber agua (tomarla en exceso puede tener consecuencias muy graves)… La idea está en un equilibrio.
- El rasgo de la individualidad es muy importante: hay personas que son alérgicas a determinados productos, da igual que sean artificiales o naturales. De hecho, las personas con dermatitis atópica, a las que se les suele aconsejar la utilización de jabones artesanales, deben optar (incluso en ese caso) por jabones sin colorantes ni aromas artificiales.
- Por otra parte, no es lo mismo el aceite de coco usado como bálsamo labial que la sal de coco que se produce tras la saponificación en la creación de un jabón. De hecho, en términos generales, para la creación de un jabón no se aconseja una cantidad de coco que supere el 30% del total de aceites; sin embargo, no hay límites para la creación de bálsamos labiales o cremas, en las que esta manteca no sufrirá ningún tipo de variación.
- Insisto, es importante la individualidad de cada persona. He visto (y probado) jabones de coco realizados por los expertos, que me han resultado muy cremosos e ideales para la piel. Si bien, también conozco los casos de personas que no lo toleran ni en una cantidad mínima, aunque habitualmente, son casos de personas con problemas de dermatitis.
- La cuestión es que el coco aporta espuma al jabón, limpieza y propiedades humectantes sobre la piel, así como algunos afirman que da brillo al pelo. Y, como todos los aceites que aportan limpieza, su capacidad acondicionadora baja, por ello, se suele juntar con otros aceites y mantecas que contrarresten esta característica.
Bien, para no hacer de este artículo un “ladrillo”, dejaré pendiente una segunda parte en la que se hablará de todos los beneficios del coco. Tan sólo como anécdota comentaros que, en algunas tribus, las personas se bañan con la pulpa de coco: la mastican, con la pasta obtenida se restriegan pelo y cuerpo y se lavan con agua.
Y como resumen, sí lo aconsejaría para recetas de jabón muy generales y tendría en cuenta el resto de información para cuando se presenta algún caso de una persona con un problema de piel en particular.
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