Hoy dejo esta imagen aquí sólo por la curiosidad. En principio, no me gusta mucho usar colores en el jabón (aunque tengo que reconocer que he visto cosas impresionantes por parte de expertos jaboneros), así que busco el come-come que se hace en el estómago cuando una no sabe cómo va a ser el color final, ya que estéticamente suele ser algo tan atractivo como el olor.
Lo cierto es que el color es algo muy vulnerable. Si no le echas nada a tus jabones, es probable que salgan con color miel en cualquier de sus intensidades (de lo más claro a lo más oscuro), pero también es probable que salgan blanquitos en función de las mantecas que uses (palma, cerdo o coco). Algunos jaboneros "juegan" con los ingredientes y hacen oleatos con zanahoria, caléndula u ortiga, por ejemplo, para conseguir colores anaranjados o verdes.Y si le echas colorantes artificiales, se aconseja que uno no se haga ilusiones hasta pasado cierto tiempo: algunos migran, otros cambian radicalmente (algunos verdes se vuelven marrones); otros se hacen más intensos y otros terminan casi desapareciendo.
Es la magia de la alquimia que lleva todo el proceso jabonero, de la misma forma que un jabón, cuanto mejor curado está, mejor es... como un buen vino.
Mmmmh, asociación de ideas: un buen baño de espuma con una copa de vino en la mano.
En fin, la curiosidad de esta imagen es muy particular, claro, porque al desmoldar el jabón, me acordé de otro que hice hace poco (con leche de almendras) y porque no conseguí el color anaranjado de la bellísima caléndula. Pero, no hay que desesperar: se puede hacer y lo haré... y lo compartiré con todos vosotros.
La otra curiosidad es que el jabón de miel, leche y caléndula es, junto al de café, de los primeros que suelen elegir todos los que entran en el mundo jabonero... por algo será. Éste no lleva leche, pero todo se andará.
Lo importante es que huele muy bien y hace espumas grandotas.
Lo importante es que huele muy bien y hace espumas grandotas.
Un beso y buen día a todos.
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